El infame clasismo de la derecha mexicana


#LaCuartaTransformaciónVa


La llegada del derrocado presidente (lo es legalmente hasta enero del próximo año) Evo Morales, ha molestado bastante a la clase conservadora.

Un clasismo que siempre estuvo latente, despierta con fuerza, mostrando la verdadera identidad de quienes estuvieron al frente del poder durante décadas.

Esa clase social, acostumbrada a vivir entre privilegios (que piensan son propios a su posición económica), no admite que un personajes orgullosamente indígena, sea tratado en la forma en que solo se acostumbraba tratar a quienes tienen la apariencia, formas e intereses idénticos a los que defiende la derecha mexicana.

El desprecio que manifiestan a Evo Morales, es un reflejo del desagrado que han demostrado siempre, hacia la figura de López Obrador.

"Un político pobre, es un pobre político", dijo en alguna ocasión Carlos Hank González, uno de los fundadores del poderoso Grupo Atlacomulco.

López Obrador es un político pobre. Jamás ha utilizado los cargos públicos para hacerse de riqueza ilícita. Su trayectoria es transparente y esa es la tarjeta de presentación que lo recomienda socialmente.

Pero tampoco es un pobre político. En este momento es reconocido a nivel mundial, como uno de los exponentes destacados de la policía en el mundo.

Ese proceder recto, ajeno a la visión corrupta de la clase conservadora, es lo que molesta mucho a quienes hoy son sus oponentes políticos y de clase.

Que gobierne el país, alguien que no fue formado en las prestigiadas escuelas públicas mexicanas, sin maestría y doctorado en el extranjero, les parece una afrenta directa.

López Obrador, al igual que Evo Morales, pertenecen al núcleo social, que la derecha mexicana considerada por debajo de los grupos conservadores. Política y socialmente.

Ambos personajes no comparten los intereses de estos grupos. No juegan golf, no son afectos a reuniones de sociedad, no favorecen los intereses de sus pares, la riqueza les es indiferente y son realmente demócratas.

Hay un choque inmediato entre estas dos visiones de la existencia humana.

Los conservadores piensan que llegaron al mundo para disfrutar de todos los beneficios que se pueden obtener con dinero y poder.

López Obrador y Evo Morales, entienden la vida de otra forma. El humanismo está en el centro de este concepto de vida. El valor de la existencia está en desarrollar todas nuestras capacidades humanas y poner al servicio de los demás las mismas. Ser seres humanos plenos, satisfechos y ayudar a los demás a conseguir lo mismo.

En los conservadores, el placer personal está en acumular desmedidamente.

En aquellos que piensan como nuestro presidente y como Evo Morales, la verdadera felicidad está en el dar.

Es natural que visiones tan encontradas, no puedan llegar a punto de acuerdo, sobre la manera de enfocar los asuntos de todos los días.

Para unos, lo más importante es la ganancia. Para otros, lo es el beneficio social.

Lo primero que se les ocurre a los conservadores, con la llegada de Evo Morales a México, es acusar al gobierno de gastar recursos públicos, a favor de un extranjero.

Dónde va a vivir Evo Morales, quién pagará la renta del alojamiento, qué va a comer, cuánto costará su seguridad, etc., son preocupaciones importantes para la derecha.

Algunos pensarán que estos cuestionamientos, se deben a la intención conservadora de golpear políticamente al gobierno de la Cuarta Transformación. Pero solo en parte es cierta la afirmación. En realidad, el hecho de que un indígena puro sea atendido como si fuera uno de sus iguales, les parece intolerable.

El clasismo, como se dijo anteriormente, es uno de los tatuajes morales que no puede ocultar la derecha mexicana.

Los bots pagados por Felipe Calderón, trabajaron el día de ayer en Twitter una etiqueta, que tenía que ver con los trabajos que podría desarrollar Evo Morales en nuestro país.

Lo proponían como "franelero", barrendero, luchador, danzante, empacador en tiendas de autoservicio, dealer en Tepito, etc.

El hecho de ser indígena es motivo de discriminación entre los conservadores.

Ni López Obrador, ni Evo Morales usan ropa de marca. No le dan demasiada importancia a la vestimenta. Eso es algo imperdonable en el pensamiento conservador.

No comen en lugares de prestigio, ni beben vinos de calidad. Para ellos la comida casera y tradicional, es preferible.

Todo lo dicho anteriormente, deja de manifestó un aspecto fundamental de la vida nacional.

Es una gran mentira que exista polarización en nuestro país.

La polarización se da cuando dos o más grupos sociales, en relativa igualdad de fuerzas, intentan mover a un país en direcciones encontradas.

No hay manera de avanzar en un escenario de este tipo.

En el México actual, la amplia mayoría de los mexicanos viven y piensan en forma similar a la que siguen Evo Morales y el presidente de esta nación. Todos deseamos asegurar nuestro bienestar económico, sin llegar al delito para alcanzar ese fin. Recordemos que la corrupción ya es considerado delito grave.

La gran mayoría de los mexicanos, no aplastamos en el camino de la vida, a todos aquellos que buscan la misma estabilidad que nosotros deseamos. Preferimos prepararnos más, antes que arrebatar, o robar.

La mentalidad conservadora es compartida exclusivamente por un pequeño grupo social, que hoy se encuentra afortunadamente, desplazado del poder político.

Ellos son quienes mantienen una mentalidad clasista y abiertas actitudes de discriminación. Pero son un grupo pequeño. No pesan socialmente hablando.

De ser de otra forma, este modo de pensar se habría contagiado al resto de la sociedad.

En realidad, pocos compartimos su visión existencial. Los mexicanos somos desprendidos por formación y cultura. Lo hemos visto en los casos de desastres naturales. El apoyo a los necesitados es una conducta reconocida a nivel mundial.

No existe por tanto polarización. Los mexicanos no somos clasistas y tampoco discriminamos por el color de la piel, o la condición económica.

Estamos más próximos a la posición personal de López Obrador, o a la de Evo Morales.

Y eso es sano para el país. No estamos en una posición donde lo peor de cada persona, es norma diaria de conducta.

Qué bien que Evo Morales esté hoy en México. Qué bueno que su llegada desenmascare a la derecha mexicana y la muestre tal cual es.

Esa forma de pensar, les hizo perder el poder político recientemente. Si no cambian, sus representantes políticos perderán una batalla importante en el 2021.

Los mexicanos nunca permitiremos que nos vuelva a gobernar una clase conservadora decadente y falta de valores éticos y morales.

Malthus Gamba

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