Cuentos de un Chairo.- Los buitres de la derecha.- Malthus Gamba


#LaCuartaTransformaciónVa


Cuando miro las fotografías de los políticos y empresarios de la derecha mexicana, siento una rabia particular hacia ellos y lo que representan.

Soy un viejo ya, con setenta y dos años bien vividos. He visto muchas cosas en mi larga existencia. Me rio cuando algún muchacho se sorprende o quiere sorprenderme con situaciones o experiencias personales que le parecen extraordinarias. Uno sabe que, en el camino, esos incidentes son recurrentes y todos, en algún momento, hemos participado de acontecimientos similares a los que nos relata.

Nada nuevo hay bajo el sol y al parecer, según mi experiencia, todo se repite por ciclos. Quizá por eso mi admiración personal por Schopenhauer y su concepto del eterno retorno y la voluntad humana nunca satisfecha.

Los personajes cambian, las generaciones se suceden unas a otras, pero las necesidades básicas del ser humano, siguen siendo las mismas.

La principal de todas, socialmente hablando, es la libertad. Libertad en el más amplio sentido de la palabra.

Libertad de pensamiento, acción, educación, cultural, preferencia personal, asociación, trabajo, etc. Todo lo que necesariamente debe elegir el ser humano, de acuerdo a su gusto e inclinaciones personales.

Por una vida donde esa posibilidad sea una realidad, han luchado los hombres a través de los tiempos. No en un país en particular, sino en todas las naciones del mundo.

Esta guerra para lograr igualdad plena entre los hombres, viene desde el nacimiento del ser humano. Periódicamente se dan batallas para acortar la distancia entre quienes disfrutan de libertad total, a costa de limitar la libertad de otros.

Aquí en México, desde el periodo de independencia, hemos librado constantes guerras, reformas y revoluciones, en busca de una estabilidad social, donde queden garantizados los derechos naturales de todo individuo. Pero más tardamos en sacar a un tirano del gobierno, que lo que tarda el nuevo titular del ejecutivo en adquirir las mismas costumbres deshonestas de su antecesor.

Dicen que el poder corrompe, pero esto es relativo. El poder por sí mismo no mancha a quien lo ejerce. Son los organismos parasitarios que rodean a quien es responsable del rumbo del país, los que descomponen e inutilizan la maquinaria de gobierno para que responda a sus fines miserables. Les interesa sobre todas las cosas la acumulación insultante de bienes y dinero.

No importa si la vía para conseguir este fin, pasa por la destrucción del patrimonio nacional, o por el injusto empobrecimiento de la mayoría de nuestra población.

Los grandes señores del poder económico y político, encuentran siempre puntos de contacto, donde los intereses de unos, benefician al otro.

El dinero, a lo largo de nuestra historia, ha corrompido a la mayor parte de quienes en un tiempo lucharon por la reivindicación de los derechos del humilde y terminan siendo parte del grupo de opresores. Pareciera ser que la historia de México, no registra en sus anales una derrota total del partido conservador, o clase fifí, como la conocemos en la actualidad.

Los protagonistas de los cambios que se han dado en el país, mueren antes de haber consolidado el triunfo definitivo sobre esta clase poseedora de toda la riqueza. No alcanzan a crear las leyes e instituciones que garanticen el bien social. Y en los casos en que logran salir airosos del enfrentamiento armado, son absorbidos por el grupo privilegiado, que les hace concesiones personales, para que traicionen las banderas de la lucha social y se incorporen al pequeño grupo de saqueadores del país.

Los ciclos se repiten. Una y otra vez hemos intentado crear la nación justa que la mayoría de mexicanos anhelamos. Al final, nos quedamos con muy poco entre las manos. Unas pobres reivindicaciones constitucionales que, al pasar el tiempo, se convierten en letra muerta, sin valor real alguno.

Por eso mi desprecio a estos buitres conservadores, que intentan nuevamente echar por tierra el trabajo que se está realizando en este momento para impulsar una transformación verdadera en el país.

Nuevamente ponen sus intereses de grupo por delante, sin importar en nada las necesidades de nuestro pueblo.

A mis setenta y dos años, tengo la fuerza suficiente aún, para apoyar con todo a la Cuarta Transformación. Se que probablemente no disfrutaré de los beneficios que logremos alcanzar en esta lucha excepcional. Porque aquí no se trata de un movimiento armado, sino de un proceso transformador que se da por la vía pacífica. La mayoría de los mexicanos estamos a favor del cambio. La pérdida de apoyo al presidente, tan anunciada, no llega, ni llegará.

Estos son factores especiales que me hacen pensar que, en esta ocasión, la ley del eterno retorno, puede ser rota y no concluir, como en los intentos anteriores, en un fracaso para nosotros y un triunfo para los conservadores.

Como digo, sé que los frutos de esta siembra no serán para mí. Pero tengo la esperanza de poder ver la derrota definitiva del poder conservador y al mismo tiempo, el nacimiento de un nuevo país, donde la desigualdad tan pronunciada desaparezca.

Ese sería el broche de oro para mi vida. Por eso apoyo y trabajo en mi pequeña trinchera a diario. Converso, convenzo y difundo el proyecto de cambio que encabeza el presidente López Obrador.

Mi gran odio hacia los buitres que han saqueado a la nación por décadas, se compensa con la esperanza que tengo en el cambio que juntos estamos creando.

Dije al principio que admiraba mucho la filosofía de Schopenhauer. Es verdad. Pero al mismo tiempo, deseo con toda mi alma que este gran filósofo esté equivocado en el caso mexicano. La voluntad que ponemos millones de ciudadanos en el proceso de cambio, no puede terminar igual que los intentos anteriores que registra nuestra historia.

Hoy vamos con decisión por la transformación real de nuestra sociedad. Tenemos todo para sacar adelante al país.

En ese compromiso, quiero invertir el poco o mucho tiempo que me quede de vida. La voluntad, sí puede registrar satisfacción plena, para alguien que no se da por vencido antes de que concluya definitivamente el juego.


Malthus Gamba.

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