El INE, la historia de un árbitro vendido


#LaCuartaTransformaciónVa


La reelección, manejada tal y como lo hacía Porfirio Díaz en sus buenos tiempos, no constituye un problema democrático para el Instituto Nacional Electoral.

Tres sexenios consecutivos, donde Edmundo Jacobo Molina, será el responsable de la consejería ejecutiva en ese organismo.

La democracia, a la que Lorenzo Córdova Vianelo dice respetar y defender, no aplica cuando se trata de los funcionarios magníficamente pagados que laboran dentro del instituto.

Porque hay que recordar que los consejeros del INE, han presentado amparos que impiden que la Ley de Austeridad Republicana se les aplique.

Edmundo Jacobo Molina es uno de ellos. Su sueldo mensual es muy superior al del presidente.

¿Qué fue lo que hizo bien el INE al convocar a esta reunión extraordinaria, para reelegir al consejero ejecutivo?

Ser independiente en la toma de decisiones que competen únicamente al instituto.

Cumplir con los requisitos que establece el reglamento interno, para estos casos.

Exponer la causa de la reunión al Consejo y dar voz a todos los integrantes del mismo.

Decidir por votación si se aprobaba o no la citada reelección.

Todas las formalidades fueron cubiertas y por tanto, puede decirse que la reelección de Edmundo Jacobo Molina, tiene validez legal.

¿Qué fue lo que hizo mal el INE al convocar a esta reunión extraordinaria, para reelegir al consejero ejecutivo?

Hacerlo de manera sigilosa, intentando que nadie más que los convocados se enteraran anticipadamente del evento. Prefirieron la vía expedita y sigilosa, a la claridad de la información oportuna.

Convocar a una reunión extraordinaria de Consejo en un momento donde no urgía la reelección del consejero ejecutivo. Su mandato actual concluye el día 10 de abril próximo.

Permitir que la reelección sea la vía utilizada para cubrir los espacios que se van generando en un instituto, que tiene como función primaria, velar por la vida democrática en el país.

Ayer se demostró que en el INE, la democracia solo se maneja como concepto en el discurso, pero que en la práctica, son utilizadas las formas y maneras propias del porfiriato.

Tres sexenios al frente de la comisión ejecutiva del INE, a cargo de un solo personaje.

Aquí hay que dejar claro algo.

Para muchos, las acciones de Lorenzo Cordova, consejero presidente del INE, son agresivas y demuestran que los consejeros en el instituto, confían en la fortaleza que tiene el organismo en este momento.

Desafían a cualquier otra autoridad, confiando en su autonomía. Nadie puede atreverse con el instituto, que representa los valores de la democracia electoral.

En realidad es todo lo contrario.

Lorenzo Córdova y los demás consejeros que lo apoyan, se sienten acorralados y están a la defensiva. Saben que en un momento determinado, habrá una modificación legislativa que afectará a fondo la estructura del instituto.

El cambio será para bien, pero restará privilegios a los consejeros y mejorará la función de árbitro que hoy realiza ese organismo, con pésimos resultados.

Ese cambio no se dará el día de hoy, ni tampoco mañana, pero llegará y ellos lo saben.

Reelegir a Edmundo Jacobo Molina al frente de la consejería ejecutiva, era tener como incondicional al encargado de la operación electoral del instituto.

Eso le urgía a Lorenzo Córdova y demás secuaces (perdón, pero esa es la expresión exacta), antes del día 6 de abril.

Cuatro consejeros nuevos, sin afinidad con el grupo de Lorenzo Córdova, llegarán en esa fecha al instituto, para cubrir vacantes. En esa nueva relación de fuerzas, no habría sido posible conseguir los votos suficientes para la reelección de Edmundo Jacobo Molina.

El grupo de Córdova Vianelo se quedaría entonces sin operador electoral.

Las funciones del consejero ejecutivo, son capitales en momentos electorales.

En primer término, el consejero ejecutivo tiene la representación legal del instituto y se encarga de que se cumplan los acuerdos del consejo.

Tiene contacto permanente con los secretarios de las juntas ejecutivas locales y distritales. Da instrucciones y delega las mismas en estos funcionarios. Los servidores públicos en el instituto, están para respaldar este trabajo en cuestiones electorales.

El secretario ejecutivo, junto con el consejero presidente (Lorenzo Córdova) suscriben los convenios que el instituto celebra, con las autoridades electorales de los Estados, para la celebración de elecciones.

Coordina las acciones de las direcciones ejecutivas y de las juntas locales y distritales ejecutivas del instituto.

Aprueba la estructura de las direcciones ejecutivas, vocalías y otros órganos del instituto.

Nombra a los integrantes de las juntas locales y distritales ejecutivas.

Establece el mecanismo para dar a conocer en forma inmediata, los resultados preliminares de cualquier elección.

Participa en convenios relacionados con la información y documentos que aporta la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores, para los procesos electorales.

Como puede verse, toda la parte operativa en el Instituto Nacional Electoral, queda en manos del consejero presidente y de su incondicional consejero ejecutivo.

Por eso la premura por mantener a Edmundo Jacobo Molina, al frente de esta consejería.

Es un intento desesperado por mantener el control de resultados en las elecciones, mediante los mecanismos fraudulentos que hemos visto en el pasado.

La actual dirigencia del INE es enteramente de corte conservador y se niega definitivamente a cualquier cambio.

Sin embargo, los tiempos de transformación que vivimos, están dejando solo al instituto.

El Poder Judicial se está renovando en estos momentos.

La llegada de Arturo Zaldívar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, significó el inicio de una recomposición de ese Poder, donde la corrupción e impunidad imperaban.

Eso tiene mucho que ver con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. La instancia que se encuentra por encima de los fallos y decisiones que toma el INE.

Hemos visto la destitución de jueces y magistrados que violaron el marco de sus atribuciones.

Recordemos que en materia electoral, el fraude y demás delitos electorales, son considerados graves y se pagan con cárcel severa.

Aún con Lorenzo Córdova al frente del INE y de Edmundo Jacobo Molina como fiel lacayo, las turbias maniobras que permitían fraudes descarados en cada elección, tienen pocas posibilidades de repetirse en el futuro.

Hay penas severas y muchos ojos al pendiente de lo que hace y deja de hacer el INE.

Lo lamentable es que la imagen, la credibilidad y el poco prestigio que le quedaba a ese instituto, lo hayan tirado al cesto de la basura, el consejero presidente, los Murayama, los Baños Martínez, con la reelección de un incondicional, que debe servir a las intenciones fraudulentas conservadoras, en futuras elecciones.

La tienen sumamente difícil y caminan con miedo. Saben a lo que se enfrentan.

En el próximos ejercicio electoral del 2021, los ciudadanos tendremos presente, que igual como pasa en algunos partidos de futbol, se juega contra un oponente más.

Nos tocó nuevamente el árbitro vendido. El INE no es confiable.

Habrá que estar muy al pendiente de lo que marque este árbitro mañoso. Denunciarlo de inmediato, para que en su caso, paguen su incurable deshonestidad con cárcel.

Malthus Gamba

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