El dilema: Ética, o Corrupción


#LaCuartaTransformaciónVa


En el espacio individual de cada uno de nosotros, existen reglas y códigos que obedecemos en nuestra vida cotidiana, como herramientas de comportamiento e interacción con nuestros semejantes. Este "manual personal" es válido únicamente para nosotros y nos damos cuenta de que en nuestro entorno, existen tantos manuales como personas con las que tenemos cualquier tipo de trato.

Nuestra visión del mundo y por tanto nuestro comportamiento personal, son únicos. Ese código sirve exclusivamente a nuestras necesidades y puede ser útil o inútil para enfrentar las situaciones diarias. Nos puede conducir a un sano desarrollo como personas y ciudadanos, o puede llevarnos a situaciones difíciles donde el peligro, el daño y el pago por nuestros errores se harán presentes.

Para un grupo de personas que vive, de una u otra forma, en contacto permanente, se hace necesario un código mínimo de ética, que lleve a buen puerto el desarrollo integral de la comunidad. Armonizar lo individual con lo colectivo, dando a cada cual las garantías y vías particulares que le corresponden.

La Ética, vista desde la perspectiva política que debe tener presente cualquier gobierno, es a la fecha una actividad casi abandonada en nuestro país. Los valores humanos y sociales que permiten la convivencia y desarrollo sano de los mexicanos, se tiró al bote de la basura durante el neoliberalismo.

La competencia despiadada que propone el modelo neoliberal, afectó no solo a la empresa y al comercio. Vulneró los planes educativos y formativos en nuestra sociedad. Se hablaba de escuelas "de calidad", de estudiantes "aventajados" como la meta a la que debían aspirar todos los menores que ingresaban al primer nivel educativo.

Y para quienes no podían aspirar a esa educación que formaba cuadros directivos con ambición permanente, quedaba abierta la posibilidad del enriquecimiento rápido, ingresando a las filas de la creciente delincuencia organizada. Para muchos niños, adolecentes y jóvenes, el sueño de triunfo añorado, estaba relacionado con la portación de armas letales, joyas en abundancia, droga y lujos ganados de cualquier manera. El precio a pagar era lo de menos. Se apostaba la vida al sueño, e incluso la seguridad de la familia entera.

Durante el neoliberalismo vivimos en un país carente de valores y ética. Muchos llegaron a sitios de poder, mediante la práctica de los peores métodos para alcanzar fama y fortuna. Políticos, artistas, periodistas, intelectuales, funcionarios públicos, empresarios y miembros importantes de la delincuencia organizada, compartieron los mismos lazos de conducta para alcanzar sus fines. El denominador común se fijó en base a la corrupción, la mentira, el fraude, la agresión física, el chantaje, el soborno, la amenaza y la privación de la vida.

A los niños se les enseñaba en escuelas y casas que esa conducta era la correcta, puesto que socialmente era aceptada. Y así crecían las nuevas generaciones. Bajo esos modelos torcidos. La competencia permanente era puesta como principio único. Todo fin conseguido, justificaba e algún modo los medios utilizados.

El deterioro social que vivimos actualmente tiene su causa en esa pérdida de valores éticos.

Y había que hacer algo para poner punto final a esto. Un parte aguas que redirigiera el rumbo del país en tiempo de transformación.

No puede haber cambio social si no es antecedido por un cambio cultural. Un enfoque justo sobre lo que es la vida humana, la convivencia entre iguales, el respeto a las distintas formas de pensamiento y lo innecesario que resulta la competencia cuando las necesidades básicas están garantizadas constitucionalmente.

De ahí el nacimiento de la Guía Ética para la Transformación de México. Una herramienta que no pretende modificar la conducta particular del ciudadano. Se trata de una base normativa a nivel social. Reflexiones y puntos de vista de amplitud y aplicación voluntaria, para quien desea romper el círculo de violencia y falta de empatía que caracterizó al modelo de convivencia propuesto por el neoliberalismo.

La Guía no va a dirigida a ti, o a mí en lo particular. Pretende crear conciencia en el conjunto social, ofreciendo una serie de posibilidades, de donde cada quien tomará lo que considere conveniente, en el entendido de que todo lo ofrecido tiene valor cultural y ético.

Las quejas en contra de esta Guía Ética, vienen de quienes fueron modelados social y personalmente por los mismos que impulsaron el modelo predador neoliberal. Los beneficiados por la corrupción y la violencia. Los que alcanzaron sus metas a costa de lo que fuera. Los que fueron parte de alguna manera, del deterioro social que padecemos a la fecha.

La Guía Ética es una sala de innumerables puertas. Cada uno de nosotros sabrá cuáles abre y cuáles prefiere mantener cerradas. Todas conducen a caminos válidos, donde es posible encontrar felicidad, libertad, armonía y respeto hacia nuestra persona y hacia los que nos acompañan en el camino de la vida.

No es una propuesta autoritaria, ni la panacea que redime al país de inmediato. Pero sí representa el inicio de un cambio que puede romper en adelante, con una visión del mundo donde la riqueza material, el poder y la fama, se colocan por encima de la felicidad, la tranquilidad interna y la satisfacción de participar dentro de una sociedad en donde todos pueden alcanzar su desarrollo, en base a la mutua colaboración y a la empatía que debe existir entre mexicanos.

Ahí está la fuente.

Que cada quién saque los cubos de agua fresca que considere conveniente.

Malthus Gamba

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