Cuentos de un Chairo.- Los comentócratas.- Malthus Gamba


#LaCuartaTransformaciónVa


Los conozco de fotografías, de imágenes en redes sociales. No leo sus columnas, ni tampoco veo sus programas. Considero que se trata de productos basura. No creo que alguien en sus cinco sentidos, tenga hígado para aguantar uno de sus desahogos clasistas, en defensa de los intereses de quienes les pagan.

Son los Chumeles, los Cayos, las Denises, los Alemán, Pascales, Marín, etc. Gente que se dedica a un tipo de periodismo bastante particular. Y hablo en plural de todos ellos, porque existen imitadores que copian su juego, en un intento por parecer interesantes en redes sociales.

El periodismo de estas personas, se caracteriza por la distorsión exagerada de los hechos. Yo en lo personal, conozco a gente de la prensa de antaño, que ha sido incondicional del sistema y que ha usado herramientas poco ortodoxas para aplaudirle a los señores del poder político y económico. En este momento me viene a la cabeza el nombre de Roberto Blanco Moheno, un personaje muy particular, gritón, atrabancado y practicante de una ideología variable, según los vientos que soplaran.

Con todo, los periodistas de otros tiempos, no eran tan estridentes como lo son quienes defienden hoy la camiseta conservadora. El rasgo característico de estos analistas, opinadores o periodistas, es la descalificación permanente, amarga como sus rostros, sobre cualquier acción constructiva del nuevo gobierno. Es decir, no se lanzan como leones hambrientos, sobre los errores y fallas del presidente del país. No esperan a que se dé el error, para después batear de hit. No.

Cualquier iniciativa que parte del gobierno, es señalada como un error. Y dan una serie de argumentos de dudosa calidad, para sostener endeblemente sus puntos de vista. Sobre todo, tienen la costumbre de comparar las acciones de la nueva administración, con las políticas que siguieron los conservadores cuando fueron gobierno. Como si pudiera ser recomendable un proyecto nacional que hundió al país en la violencia y la pobreza.

¿Qué cómo sé todo esto, si dije anteriormente que no leo sus columnas, ni tampoco veo sus programas periodísticos?

Debo decir aquí que soy un AMLOver convencido y que las redes sociales son mi fuente de información. Precisando, señalo que soy un tuitero consuetudinario. Buena parte del día la paso en Twitter, donde encuentro diversas opiniones sobre todos los temas.

Además, tengo la oportunidad de opinar sobre los asuntos que me interesan y la interacción con personas que tienen puntos de vista similares a los míos, es bastante productiva.

Como digo, todos estos periodistas dolidos aún por el triunfo de López Obrador en las pasadas elecciones, más que escribir con objetividad y buen criterio, supuran hiel y amargura en cada línea que trabajan.

Su compromiso no está con la verdad, ni en sus colaboraciones se aprecia armonía y buen discernimiento. Intentan ganar voluntades, a base de gritos y sombrerazos, contra todo lo que nace del gobierno de la Cuarta Transformación.

La única verdad que encuentran correcta y aceptable, a la que defienden a pesar de todo y que tienen como fuente de inspiración, es el periodo neoliberal de treinta y seis años, durante los cuales, a ellos en lo personal, les fue de maravilla.

Dicen estar con el pueblo y defender la libre expresión y la libertad de pensamiento. En realidad, desean volver a los tiempos pasados, donde el brillo y el lujo de la clase privilegiada, les daba un leve reflejo con el que se sentían parte del poder.

Usan argucias en sus intentos por engañar a quienes tienen la paciencia de leerlos o verlos en alguno de sus programas.

Dicen que fueron igual de críticos con los gobernantes anteriores. En efecto, señalaron errores de algunos personajes del neoliberalismo. Y ahí es donde se enganchan en el engaño muchos de sus seguidores. Descalificaron a varios políticos del PRI y el PAN, pero también es cierto, y esto es lo importante, que avalaron permanentemente al sistema neoliberal que hundió a México en la violencia y en la pobreza extremas.

Toda su furia va dirigida hoy, contra los causantes del derrumbe del neoliberalismo en nuestro país. Eso es lo que no pueden perdonar y se aferran a su rencor, en un intento desesperado por revivir lo que hoy está bien muerto.

No me gusta ese periodismo. Creo que efectivamente, vivimos tiempos donde cada ciudadano tiene la oportunidad de opinar con fuerza, en defensa de sus puntos de vista. Pero esa pasión, debe ajustarse permanentemente la verdad. No es honesto el engaño, la alteración de los hechos, o el maquillaje de la noticia.

A mí, en lo personal, las redes sociales me brindan un espacio único para adentrarme en los acontecimientos de importancia en el país, accediendo a visiones diferentes, que me ponen en la ruta de la verdad, al comparar las diferentes visiones que se tienen sobre un mismo hecho.

Lo que se me hace inaguantable, es la mentira. Sobre todo, cuando ésta es descarada.

Creo que, con el paso del tiempo, estos personajes de museo, este periodismo reumático, irá desapareciendo poco a poco. Hoy sus audiencias son bastante limitadas y van adelgazando con el paso de los días.

El futuro está en las nuevas plataformas informativas.

Yo, como tuitero de hueso colorado, me atengo a lo que se comparte en esas redes. Creo que la participación de cada uno de nosotros, ayuda un poco a que nuestro país se vaya transformando para bien, día con día.

Creo que se viven tiempos en que los mexicanos hacemos historia con este cambio de régimen, en el que participamos en forma activa para construirnos un futuro al gusto de la mayoría de los ciudadanos.

Estamos haciendo historia y construyendo una democracia auténtica, en la que cabemos todos. Incluidos los que mienten y tratan de arruinar la obra que con esfuerzo y trabajo levantamos a diario.

Es tan fuerte el edificio, que resiste sin problemas los embates de la minoría conservadora.

Hoy somos más fuerte los que construimos, que quienes se empeñan en un regreso estúpido a los tiempos en que nuestro país, se venía abajo.

Malthus Gamba

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